Si tuviese que elegir un color sería el negro. Tengo una fuerte predilección por los números pares, en especial por el ocho. No me gusta caminar de un extremo a otro, pero detesto más las medias tintas. Me apasionan los frutos rojos como las cerezas. Me muerdo las uñas pero de vez en cuando las cuido. No sé reírme a medias, y cuando lloro, lo hago con ganas. Tengo un carácter fuerte aunque no malo, una risa que no me gusta y un puñado de traumas caminan conmigo a todas partes. Soy nostálgica, me abrazo fuerte al futuro pero pensando en el pasado. Me gusta estar aunque no siempre esté. Cuando me caigo me gusta levantarme sola. Me encanta que me abracen por la espalda. Suelo balancearme para dormirme. Mi semblante es serio o alegre, según el día, pero si te fijas bien en mi mirada puede que aprecies un atisbo de tristeza. De pequeña me llamaban ojos de luna. Todavía hoy como potitos de frutas de vez en cuando. Cuando realizo una buena hazaña, no la hago para que me sea devuelta pero si ese fuese el caso no me gustaría que la retribuyan con la misma. Soy una eterna soñadora. Aunque a veces parezca que no estoy en mis cabales, cada mueble de mi cabeza está en su sitio. Mis enfados no suelen durar más de cinco minutos. Es difícil que me harte de alguien, pero cuando lo hago lo tiro todo por la borda, para siempre. Me gusta la ironía siempre y cuando no sea hiriente. Me da vergüenza verme en cualquier video. Mis padres son mi tesoro más preciado. Cuando pido un consejo aprecio las criticas y detesto que me coman la oreja. Tengo mal despertar. A veces me gusta el descaro con humor. Soy una quejica empedernida. Los ojos color miel me pierden y los chicos con melena lista también. Disfruto de la cerveza en compañía. Mi infancia transcurrió entre tres pueblos diferentes, con las rodillas cubiertas de mercromina y la sonrisa siempre en la cara. Todavía recuerdo cada nombre de todos los compañeros de cada cole en los que estuve. No aprendí a leer en el colegio, mi madre me enseñó. Ella quería que viese dibujos animados, pero yo siempre preferí ver conciertos de música clásica. Jamás podré olvidar la mudanza que partió mi niñez en dos mundos: el de la felicidad y el de la soledad. Siempre he sido potencialmente imaginativa, aunque nunca le he sacado partido. Mi adolescencia está plasmada en poesías y retratos. Hay días en los que sólo puedo fijarme en los detalles de las cosas y no en las cosas en sí: virtud y defecto. Soy hija única pero Alba siempre será mi hermana. Disfruto del arte y podría pasarme horas observando una imagen, un cuadro, un monumento, repitiendo una misma canción... Mi mayor anhelo en la vida es conocer mundo. No entiendo ni soporto a la gente que se aferra a su ignorancia. Hay dos libros que me han dejado huella; Veronika decide morir y Marina. Me gusta la tranquilidad a grandes sorbos, pero no me bebería el vaso entero. Que alguien me pida ayuda me reconforta. Alguna vez he parado el coche en medio del camino sólo por ver el cielo estrellado o la luna llena. Hablo en sueños y si me preguntan respondo. Necesito estar tapada hasta las cejas para poder dormirme. Es imposible dormir conmigo, necesito espacio y si no lo hay lo hago inconscientemente. Mi bisabuelo ha sido una de las personas más importantes e influyentes en mi vida. Me gusta cuando se acerca la Navidad, pero es la época más triste del año para mi. Me gusta mucho el verano, pero cada vez prefiero más la primavera. Me gusta conducir, pero nunca sin música. Me gusta lo diferente. Mi paciencia se limita con quienes se dan el lujo de opinar de todo y se creen que lo saben todo. Me gusta escuchar la radio por las noches. Pasé dos años sin a penas ver la televisión y ahora siento que a veces es como una droga. Siento debilidad por la decoración y el maquillaje. Que alguien que quiero saque lo peor de mi me hace sufrir. Mi animal favorito son los gatos, independientes y mimones como yo. Los momentos más dolorosos de mi vida no se los he contado a nadie hasta que ya se habían calmado. Sigo llamando a mis familiares como lo hacía cuando era pequeña. Me gusta el heavy. No puedo confiar en la gente que presume de numerosas amistades, tampoco en las que entran en mi vida contándome los pormenores de la suya ni los que me cuentan un secreto de alguien. Valoro la humildad. Me hiere profundamente la mentira, por absurda que sea. Soy romántica y no es algo de lo que me avergüence. Me enternecen los bebés y los ancianos. Ver el mar rompiendo en las rocas desde el coche en invierno me relaja. Las manos grandes me inspiran protección. Jamás olvido. Dormir horas y horas me hace feliz, pero los días de resaca no puedo dormir más de cuatro seguidas. No soporto el calor, el agua fría ni tener el pelo mojado. Me atraen las cosas caras, aunque nunca compraría nada por encima de mis posibilidades. Así como puedo ponerme una camisa cara, también puedo hacerlo con una comprada en un mercado ambulante. Me chiflan las velas aromáticas, los retratos a carboncillo, los mantones de manila, la artesanía, el cuero, las prendas de seda y los pijamas de raso aunque nunca haya tenido uno. En mi adolescencia coleccionaba sellos y etiquetas de ropa que todavía conservo. Siempre traigo una taza de souvenir de cada sitio al que viajo. El miedo a equivocarme me bloquea. Me mareo cada vez que me extraen sangre o veo sangre de los demás. Me da repelús morder un alimento por el mismo lugar donde otro lo haya mordido antes. Las aves me dan grima, prefiero tocar un insecto. Mi prioridad en la vida, siempre va ser mi familia y la gente en quien creo y quiero. Todo lo demás siempre ocupará un lugar secundario. Creo que soy de las pocas personas en el mundo a las que no les gusta el churrasco ni la carne de cerdo. Me gustan solo cuatro variedades de pescado y todo el marisco y las verduras. Las gardenias, las rosas y los tulipanes son mis flores favoritas. Si volviese a nacer y tuviese que elegir, elegiría ser siempre aquella niña ingenua e inocente. Pero como eso no pasará opto por seguir mi camino que, equivocado o no, cada día me hace crecer. Me gusta el silencio pero detesto los silencios. Soy una lunática de las novelas negras, especialmente suecas. De pequeña quería ser periodista, hoy solo sueño con ser policía. Soy cosmopolita. Todavía me ilusiona recibir cartas o postales. Aunque tampoco hago ascos a un mensaje o correo electrónico imprevisto. Me gusta organizar viajes y cocinar, pero odio profundamente fregar los platos o planchar. Soy muy observadora, aunque suelo callarme los detalles. Mi peor defecto, de entre muchos, es mi excesiva paciencia, porque cuando se acaba lo suelto todo. Mi mejor virtud no sabría decir cual es, pero sé que también tengo alguna.
miércoles, 13 de abril de 2011
Reflejos del espejo
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